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Ahora que estamos tomando buenas resoluciones para el año nuevo, pensé que tal vez sería oportuno escribir un artículo sobre el ejercicio físico :-). Los beneficios son enormes, tanto para la salud corporal como psico-emocional, pero para muchos de nosotros, es un ítem que se queda en la lista de las intenciones y que difícilmente, se materializa en hábitos. Las excusas abundan: falta de tiempo, de ganas, de energía, etc. y dejamos que los saboteadores mantengan el statu quo un poco más. Estoy convencida que el mayor obstáculo, es encontrar la actividad física que le corresponde a cada uno, es decir que le hace sentir en plenitud.

Quien quiere hacer algo, encuentra el medio. Quien no, la excusa.

Y creo que la llave para levantar este obstáculo reside en la bio-individualidad. Por un lado, igual que con la comida: la actividad física favorita de uno puede ser la pesadilla de otro. Y por otro lado, nuestras propias necesidades van evolucionando a largo de nuestra vida, pero a menudo sin que nos demos cuenta. Así que mi intención con este post es proponerte 3 perspectivas para que elijas conscientemente una actividad física que esté alineada con todas las necesidades de tu SER en este momento de tu vida.

1. Nivel físico

Muchísimo más allá de participar en el balance energético (ratio entre ingesta y gasto de calorías), el deporte es esencial para mantener nuestro cuerpo en un estado de homeostasis, es decir cuando todo está en equilibrio y el organismo se autorregula de manera armoniosa. El ejercicio físico aumenta la longevidad, fortalece el sistema inmune, baja el riesgo de enfermedad crónica, y por si faltaba: ¡mejora la líbido y la calidad del sueño!

Podemos distinguir 4 tipos de ejercicios en base a su impacto a nivel físico:

  • Fuerza: mejora la masa muscular y la densidad ósea (pesas, escalada, etc.).
  • Resistencia: mejora la capacidad cardiovascular y la capacidad pulmonar (jogging, ciclismo, etc.).
  • Flexibilidad: mejora la movilidad de las articulaciones para un movimiento natural y una postura óptima (yoga, estiramientos, etc.).
  • Coordinación: mejora la agilidad y el equilibrio durante las actividades diarias (baile, patines, etc.).

Mi propuesta con esta primera perspectiva es cambiar el tradicional paradigma «soy fuerte en A, voy a practicar A » por «soy frágil en B necesito trabajar en B». La pregunta aquí es: «¿Qué es lo que mi cuerpo necesita?», o dicho de otra manera «¿Cuál es mi talón de Aquiles?». Por supuesto, no dudes en hablar de esto con tu médico, con tu coach de salud o tu entrenador.

2. Nivel emocional

Ya sabes, después de entrenar uno se siente por lo general muy bien, ¿verdad? Esta sensación de «feel good» tiene mucho que ver con las endorfinas que producimos durante el ejercicio, y que nos ayudan a manejar el estrés, o nos alivian en situaciones de ansiedad o depresión.

En Noruega, se publicó un metaanálisis en el año 2016 sobre el efecto del deporte como tratamiento para la depresión. La conclusión fue la siguiente:

«Los hallazgos del metaanálisis actual indican que el ejercicio es una intervención eficaz para la depresión en comparación con varios tipos de controles. El efecto del ejercicio como tratamiento independiente es obvio, y el efecto es particularmente alto cuando se compara con una no intervención.

Estos resultados no me extrañan para nada. Por naturaleza, emociones y movimiento físico van de la mano, no podemos separarlos. Etimológicamente, la palabra «emoción» viene del latín «emovere», palabra compuesta de «e» (variante de «ex») – «fuera», y «movere» – «mover». Fíjate en el lenguaje corporal o en las expresiones idiomáticas como «tener un bajón» o «estar muy arriba», etc. Inconscientemente, nuestro cuerpo acompaña cada emoción con un movimiento:

  • Rabia: por delante. Tiene que ir hacia fuera sí o sí, e impone acción inmediata (punching-ball, tenis, etc.).
  • Miedo: por detrás. Requiere sobre todo una actividad donde la mente esté en el aquí y el ahora (artes marciales, zumba, etc.).
  • Tristeza: por abajo. Nos invita a ir hacia dentro, bajar el rumbo y darnos cariño (pilates, tai-chi, etc.).
  • Alegría: por arriba. ¿Qué quieres que te diga? Siga con lo que estés haciendo y disfruta. 🙂

Existen talleres de danza consciente para conectar y expresar tus emociones en movimiento (ver links abajo).

Cuando uno mantiene de manera artificial una emoción (¿a quién no le pasa nunca que abrace cactus mentales?), genera un bloqueo, lo cual termina provocando sufrimiento y enfermedad… Así que te invito con esta segunda perspectiva a reconectar con la sabiduría emocional de tu niño interior y a preguntarte: «¿Cómo me siento ahora?» y «¿Cuál es mi emoción dominante?».    

3. Nivel mental

Dicho esto, está claro que no todo nos motiva igual… Dependiendo de nuestra personalidad, unas actividades nos parecen más o menos interesantes que otras. Y es MUY importante respetar nuestra individualidad para que un hábito sea sostenible. ¡El camino de plenitud no está hecho de actividades que nos dan palo!

El Institute for Integrative Nutrition distingue 4 perfiles de personalidades base a sus motivaciones:

  • «El jugador de equipo» busca juego y competición (fútbol, volleyball, etc.)
  • «La mariposa social» busca diversión e intensidad (crossfit, bootcamp, etc.)
  • «El entrenador regular» busca autodisciplina y resultados (gimnasio, natación, etc.)
  • «El amante de la naturaleza» busca conexión y serenidad (outdoor yoga, kayaking, etc.) 

Personalmente, me considero una mariposa social y una amante de la naturaleza, ¡y me ha ayudado mucho entenderlo! Me esforcé durante años ir a correr o nadar hasta descubrir una actividad física que me llene… Ahora no falto ninguna clase de zumba sin motivo, y me revitalizo cada día caminando por la orilla del mar.

Con esta tercera perspectiva, considera tus propias motivaciones: «¿Qué es lo que te gusta hacer?», «¿Qué te hace ilusión?» y procura que tu actividad física sea una fuente potente de sonrisa y energía vital.

Para gozar de todos los beneficios de una buena actividad física, se recomienda hacer alrededor de 150 minutos de deporte a la semana. Recuerda que priorizar la actividad física es un acto de amor a uno-mismo (ver mi post anterior Amor a uno-mismo: “¿Me quiero o no me quiero?”) ya que es ponerse primero.

Lucha por el progreso, no la perfección. 

Ahora te dejo abajo unas preguntas para seguir con tu reflexión:

  • ¿Cómo de satisfecho estás respecto a tu actividad física?  
  • ¿Cuál es tu talón de Aquiles al nivel físico?
  • ¿Cuál es tu emoción dominante en este momento de tu vida?
  • ¿Qué tipo de actividad te hace ilusión?
  • ¿Qué actividad(es) te permite(n) alinear todas tus necesidades?

Espero que este artículo te haya sido útil. Si tienes cualquier duda o comentario, ¡no dudes en escribirme!

Cuídate,

Maria.

Artículo científico relacionado con el tema del post:

Links para talleres de danza consciente en Barcelona:

PS: Y si encuentras el contenido interesante, compartir siempre da gustito 🙂