loader

Hay días que me gusto, y hay días que no. Pero desde hace un año, no pasa ni un sólo día sin que me demuestre amor. ¿Cómo puede ser?

Durante mucho tiempo he sido relativamente exigente conmigo misma, tanto física como psicológicamente. Creía que tenía que trabajar duro para ser, cada día, una mejor persona: ser más competente, más atractiva, más segura, etc. Creía que sólo así, podría tener una vida llena (ver mi post anterior «Auto-imagen: ¿Qué ves cuando te miras?»).

Esta creencia de que «hay que ser más, tener más y hacer más para ser feliz», me permitió crecer hasta, finalmente, aplastarme contra un techo de cristal… Y me apetece ahora compartir esta historia contigo.

1. Encontrarme.

En diciembre 2017, sentí una inmensa ansiedad, asociada a la sensación de ser muy pequeña y vulnerable. Tras darle muchas vueltas, entendí que no había nada racional que mi mente pueda solucionar, sino que mi tormenta interior provenía de mi subconsciente, y fui a una sesión de PNL (programación neurolingüística) por primera vez en mi vida.

Hubo un antes y un después. Claudia, mi terapeuta, me ayudó a darme cuenta que negaba una importantísima parte de mi SER: este día, pude redescubrir a mi niña interior y sentir de nuevo su presencia y su pureza. La había ignorado durante muchos años para alejarme del miedo que me había congelado a los 10 años (cuando mi vida cambió de manera tan radical).

Fue un momento increíble, inolvidable. Fue cuando tomé conciencia que no estaba sola en mi SER, sino que éramos dos. Suena un poco raro, ya sé… pero así se siente. 🙂

Por un lado, mi niña interior es pura espontaneidad, creatividad y amor. Y por otro lado, mi adulta es reflexión, timón y sensualidad.

2. Amarme.

Gracias a este encuentro, he podido liberarme poco a poco de la presión que me estaba poniendo a mí-misma. Es que no quiero hacer daño a la niña de esta foto, sino cuidarla con respeto y compasión:

Después de esta experiencia, estoy convencida que el amor a uno-mismo nace de una relación armoniosa entre ambas partes de nuestro SER. Para amar, hay que ser dos por lo menos, ¿verdad?

3. Amar al otro.

Muy a menudo nos tratamos mal con la intención de recibir amor desde fuera, y allí, creo que perdemos tanto nuestra fuerza vital, como el verdadero sentido del AMOR. Hay una inmensa diferencia entre vivir desde la falta o desde la fuente de amor: uno vampiriza mientras el otro nutre. ¿Y sabes lo que hay en esta brecha? El amor a uno-mismo.

Creeme, eres suficiente, tienes suficiente y haces suficiente.

Quiero concluir este post con un extracto de la película Angel-A de Luc Besson. Gracias, Ibon, por inspirarme.

Ahora te dejo abajo unas preguntas así que un reto para seguir con tu reflexión:

  • ¿Dónde en tu vida te pones último? ¿Qué estás tolerando que no deberías?  
  • ¿Conoces a tu niña / niño interior? ¿Cómo es? ¿Qué necesita?
  • Por fin, mírate en un espejo y, al cabo de 5 minutos, hazte una verdadera declaración de amor.

Espero que este artículo te haya sido útil. Si tienes cualquier duda o comentario, ¡no dudes en escribirme!

Cuídate,

Maria.

PS: Y si encuentras el contenido interesante, compartir siempre da gustito 🙂

 

1 Comment

  1. Ibon Idigoras

    Es precioso leer el amor que una persona se procesa a sí misma. Mi mayor admiración por tu profundo amor y lo digo desde el mayor convencimiento. Hablas de la toma de conciencia desde el encontrarse, hablas del amor hacia adentro y hablas de nutrición. Que gran verdad cuando en nuestro entorno vemos como el amor pasa a ser dependiente y vampiriza las personas (adoro me abras así los ojos de mi corazón). Una vez me definieron el amor como aquella persona que acepta y respeta que la persona a quien ama tiene deseos que te excluyen. Es una frase que me quedó grabada e identifica de forma genial tu post acerca del AMOR. Y no es más que cuando uno esta enamorado de si mismo no depende de otro agente externo.
    FELICIDADES POR SER AMADA

Comments are closed.